Después de leer esto, acabo de morir un poco por dentro como científico:
Cinco nuevos milagros en Lourdes · ELPAÍS.com
El Comité Médico Internacional de Lourdes acaba de anunciar cinco nuevas curas atribuibles a causas milagrosas, que podrían añadirse a los 67 milagros ya admitidos por la Iglesia. El comité ha descubierto que desde 2004, cinco individuos franceses de entre 40 y 69 años se han curado por motivos que no tienen una clara explicación médica.
Un médico es un científico, y un científico, cuando no encuentra una explicación (natural, por supuesto) clara a un fenómeno, la busca hasta que se le caiga el cerebro a pedazos, pero no considera el fenómeno atribuible a causas milagrosas, ni permite que su incapacidad para encontrar razones naturales se utilice como argumento para un supuesto milagro. A los médicos que pertencen a ese comite se les debería caer la cara de vergüenza. No son científicos, así que no son realmente médicos.
«Todos los casos han sido objeto de un profundo diagnóstico. Las curaciones han ido acompañadas de una evidente transformación espiritual», ha dicho François-Bernard Michel, presidente del comité, compuesto por 20 personas, que se reúne una vez al año.
Para llorar, de verdad. ¿Pero qué es esto de certificar una transformación espiritual? Una transformación espiritual no es certificable, porque el espíritu, de existir, es por definición trascendente, no es tratable de forma objetiva, y, por lo tanto, nadie puede evaluar desde fuera una transformación espiritual.
Para que una curación sea tomada en cuenta por el comité, se precisa una observación clínica y un riguroso estudio de los casos por expertos internacionales. Y es imprescindible, además, que medie un «verdadero acto de fe».
Volvemos a lo mismo: la observación clínica se hace de manera rigurosa, pero lo que se califica de imprescindible no admite rigor, puesto que es subjetivo. ¡Pues bien andamos!
Según la tradición, la Virgen se apareció varias veces a la pastorcilla analfabeta Bernadette Soubirous en 1858.
Hace poco discitía con un amigo católico, que afirmaba que dios (según alguna cita bíblica que no puedo localizar, aunque me gustaría) elige revelarse a los sencillos, y no a los sabios. No fui capaz de hacerle ver que tenía razón, pero porque lo que en realidad ocurre es que el mismo fenómeno que los sencillos toman como manifestación de dios, para los sabios no lo es en absoluto.
Como propina, un articulillo de cope.es:
COPE – Padre Jorge Loring: «No hay contradicción entre ciencia y fé»
[…]esta asociación entre la ciencia indiscutible y los dogmas de fe, dos cuestiones paralelas, ya que según ha declarado la ciencia se dedica al estudio de las leyes de la naturaleza, y «estas leyes son creadas por Dios, por lo tanto no se pueden contradecir ya que Dios no se contradice a si mismo».
A ver si nos aclaramos: la ciencia es siempre discutible, pero con los hechos en la mano. Los dogmas, por definición, no son discutibles. Atribuirle tu defecto al adversario se llama cinismo.
Por otro lado, si partes de que los dogmas son ciertos para llegar a que la ciencia no puede contradecir a la religión porque estudia lo que es consecuencia del dogma, la conclusión inevitable es que si la ciencia contradice los dogmas, la ciencia está equivocada. De ahí la siguiente afirmación:
[…]esta Sábana es real y no como nos han hecho creer desde algunos medios de comunicación y algunos científicos por la prueba del Carbono 14 que se le realizo.[sic] [Y continúa con razones por las que la prueba no es correcta].
Si la datación hubiera resultado en 2000 años, no hubiesen abierto la boca. La ciencia estaría en lo cierto. La verdad es el dogma, y la confirmación la ciencia, y no al revés, ¿no?
Y lo sorprendente es que sigan fijándose en la ciencia, tanto para el caso de las curaciones como para el de la sábana. Si lo fundamental e imprescindible es la fe y la ciencia no puede contradecirla, ¿por qué siquiera prestarle atención a la segunda?
Para más adelante dejo un artículo sobre la relación entre ciencia y religión, contradicción, no contradicción y magisterios disjuntos en el deísmo y el teísmo.